El color azul es, Paloma, llegar a casa, cansadas, y meter bajo el grifo las manos; sumergirnos en la mar
y que la ola nos abrace, y abandonarnos al ímpetu del agua. Es el olor de la retama que buscas en primavera. La nariz de Pispa besando tu mano. Azul es cuando leo para ti y saltamos del libro a Delibes, a la Edad de Piedra o a la cocina vasca. Cuando te observo leer con tus dedos, sentada en la arena y la brisa te desordena el pelo. Compartir una manzana en la guagua del viaje que no acaba y que la boca se nos llene de azul.
Hay azul en tu voz cuando cantas, cuando ríes, Paloma. Azul eres tú.
𝘔𝘢𝘳í𝘢 𝘎𝘶𝘵𝘪𝘦́𝘳𝘳𝘦𝘻
Se me iban los días inclinada sobre colorines y cuentos de huérfanos extraviados en bosques remotos y hazañas de héroes con espadas; me tumbaba boca abajo en el suelo para contemplar durante horas en el atlas desgastado los países que visitaría de mayor. Acariciaba aquellos pedazos de tierra marrón con la yemita de mi dedo y aparecían las manadas de búfalos pastando en la llanura, que se arrancaban de repente en una estampida ciega, incierta; los pingüinos corriendo hacia el agua sobre la plataforma de hielo; las nutrias gigantes retozando a la orilla del río; las manadas de elefantes atravesando la sabana, a vista de pájaro. Cada vez que lo abría era como abrir la puerta y adentrarme en el mundo. El mundo existía lejos, más allá de las fronteras de la isla. Fuera me esperaban tantas aventuras fascinantes; tantos países que un día exploraría… Y quería saber más. Y preguntaba, y preguntaba, e imaginaba. Mi atlas, los colorines, el diccionario, Twain, Verne. Los libros. Las palab...
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