El aroma de las hojas verdes que bucean como algas en el vientre de metal almibarado disuelve las penas enquistadas, los dolores antiguos, transportando a los viejos a la calidez del desierto.
El anciano llena los vasitos de té espumoso, los vacía en la tetera y sirve de nuevo. Tres veces más oscuro, tres veces más dulce.
En el rito del exilio los mártires de la tierra y la dignidad perdidas vuelven a su jaima por el sendero arenoso de la luna, ahuyentando las maguas y los muros vergonzosos salpicados de cadáveres.
"...ahuyentando las maguas..." eso que tan bien sabés hacer con tu sonrisa, Puri, que las ahuyenta para instalar en su lugar la alegría. Abrazo patagónico.
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