Me gusta.
Canta el capirote si me cuenta algo al oído y reímos las dos, cómplices de recreo.
Hablamos de chicos como si saboreáramos una manzana de caramelo y una alegría nueva me inunda cuando entra por la puerta con su contoneo juguetón.
Tacones rítmicos de campanillas inundan el aula y ríen boca y ojos en una verborrea incontenible.
Empapada de vida la expande sin filtros y su mirada, fresca y joven, trae la esperanza de la palabra.
-María Gutiérrez
Comentarios
Publicar un comentario