Ir al contenido principal
La maldición del guirre

Tantos años, tan lejos de casa y aún se me representa. Veo la sombra en la arena y me resuena el toc-toc de su pata de palo en las losas del patio. La silueta del águila, la marca que llevaba Felipe: dos alas desflecadas que cernían en su mejilla desafiando a la brisa.
Salía de la casa y todos corríamos huyendo de la furia de su muleta. Gritaba. Con el ataque venía el dolor y aullaba encadenando nombres y lamentos, arañando con fuerza la cara queriendo arrancar la prueba de su desdicha: la maldición del guirre.
Se cumplió su destino. Cayó al pozo del agua. Quebró la pierna, y la razón, adherida al cieno que le vidrió los ojos, quedó en el fondo. Lágrimas y mocos, espumarajos de ira contra todo hasta rendirlo en su guarida, babeando vituperios en la almohada. El miedo lo empujaba, y como un espantapájaros animado, corría huyendo de la sombras para amparar su llanto en ellas. Avanzaba dando bandazos, mirando atrás, siempre alerta, evitando las emboscadas del enemigo agazapado en lo oscuro.
No pasa el horror con su muerte.
Vino con el guincho de la locura pintado en el rostro para planear sobre el universo de mis aves.

foto: Raúl Díaz (Flickr: La graja)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Gafas nuevas

  Se me iban los días inclinada sobre colorines y cuentos de huérfanos extraviados en bosques remotos y hazañas de héroes con espadas; me tumbaba boca abajo en el suelo para contemplar durante horas en el atlas desgastado los países que visitaría de mayor. Acariciaba aquellos pedazos de tierra marrón con la yemita de mi dedo y aparecían las manadas de búfalos pastando en la llanura, que se arrancaban de repente en una estampida ciega, incierta; los pingüinos corriendo hacia el agua sobre la plataforma de hielo; las nutrias gigantes retozando a la orilla del río; las manadas de elefantes atravesando la sabana, a vista de pájaro. Cada vez que lo abría era como abrir la puerta y adentrarme en el mundo. El mundo existía lejos, más allá de las fronteras de la isla. Fuera me esperaban tantas aventuras fascinantes; tantos países que un día exploraría…⁣ Y quería saber más. Y preguntaba, y preguntaba, e imaginaba.⁣ Mi atlas, los colorines, el diccionario, Twain, Verne. Los libros. Las palab...

Pena de muerte

  La vi por detrás. Como un cuervo vencido se acercaba al macizo de rosas. Apuntó a las flores con la regadera y el agua le empapó las chinelas.⁣ Los perdió a los tres. Murió el viejo y detrás marcharon los hijos. Con los pies mojados cerró la puerta y no volvió a salir.⁣ La mañana que se negó a abandonar la cama marchitaban los rosales que secaron cuando ella dejó de comer. La hallamos fría en el lecho en el que amó y parió, sin enfermedad ni diagnóstico.⁣ La enterramos junto a ellos.⁣ María Gutiérrez

La Palma en llamas

𝘗𝘢𝘳𝘢 𝘮𝘪 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢 𝘔𝘦𝘳𝘤𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘓𝘰𝘳𝘦𝘯𝘻𝘰 𝘎𝘰́𝘮𝘦𝘻, 𝑝𝘪𝘯𝘵𝘰𝘳𝘢 𝘺 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘢,⁣  𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘢𝘨𝘳𝘢𝘥𝘦𝘻𝘤𝘰 𝘦𝘭 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘰𝘴𝘰 𝘰́𝘭𝘦𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘵í𝘵𝘶𝘭𝘰.⁣ ⁣ Ni el viento, ni el humus incandescente, ni los rastrojos prendidos pudieron saltar las estériles zanjas cortafuegos. Ellos, despavoridos, con las plumas en llamas, pequeños fénix mensajeros del infierno, brotaban de las ramas ardiendo como fueguitos de Mafasca que volaban para diseminar la fogalera de copa en copa, hasta la última hoja verde del último árbol del bosque. Fueron los pájaros que no renacerían de las cenizas.⁣ ⁣ 𝘔𝘢𝘳í𝘢 𝘎𝘶𝘵𝘪𝘦́𝘳𝘳𝘦𝘻⁣⁣⁣