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foto: Raúl Díaz (flickr, La graja)

Tarde de cine

La parada de la guagua era una verbena. Risas y fiestas. Piropos a las muchachas que pasaban y saludos grotescos, groserías a los conductores que osaban amonestarnos.
Brillantes cabezas de domingo talladas en surcos de espuma. Fijado el pelo. Sueltas las lenguas. Y el aroma dulzón de las vírgenes entre las piernas. Dulces domingos de tabaco y celuloide, novias y cotufas.
Largos domingos de tracas de pajas apuradas.
Subió el tercero. Delante de mí. Y vi cómo de repente se le contrajo la espalda. Se irguió y selló los labios. Metió el bono en la ranura y se sentó. Se le fueron los ojos al agua y apretó la dignidad entre los dientes, ausente de la algarabía del asiento trasero.
Bajó la guardia en el descanso cuando le estalló el último mixto a Pedro en la cara.
¿Qué coño le pasa a éste?
¿No te acuerdas del hijoputa de su viejo? Conducía la guagua.

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El arco iris en mi baño Cada diciembre durante unos días luce el arco iris en mi baño. Hay que acecharlo. Llega desde el fondo del pasillo; entra por una hendijita de la puerta del jardín hasta la pared,   y avanza despacito hasta perderse en la esquina, de abajo a arriba, desde el oeste al oriente, al revés -ya sabemos por qué-, pero pinta el frío de colorines, y me da por pensar que trae la esperanza, con el calor de la luz, y entonces sé que un día escampará.
  No quiero. No sé. No me sale.⁣ ⁣ Allí las dos, como dos pollabobas sentadas en nuestras sillitas, frente a mamá. Dos agujas cada una; la de la derecha al aire, la de la izquierda sujeta bajo el sobaco.⁣ Venga, mira tu hermana, qué bien lo hace.⁣ ⁣ La miro y me asombra su destreza. Bailan codos y muñecas danzas de vientre ensartando hilos con choques de metal: tic-tac, tic-tac, crece la bufanda. Decrece su madeja, aumenta el abriguito de su muñeca; merma la lana y su rojo me pinta los cachetes. Anímate. Ya verás que divertido es. ¡Que no!, ¡que no me sale!, la miro otra vez. El patuco casi está.⁣ ⁣ Quiero cabalgar. Enganchar sortijas con mi lanza. Embestir con ella al caballero negro y derribarlo. Dirijo al galope mi montura hacia él; golpeo su pecho con mi lanza y cae de su silla. Ríndete, bellaco.⁣ ⁣ Levanto el yelmo para descubrir sus facciones y de debajo de la cesta de los hilos surge, enfurecida, la cara de mi madre.⁣ ⁣ Acabo de liberar a la princesa de las garras del malvado.⁣