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Mostrando entradas de marzo, 2016
La maldición del guirre Tantos años, tan lejos de casa y aún se me representa. Veo la sombra en la arena y me resuena el toc-toc de su pata de palo en las losas del patio. La silueta del águila, la marca que llevaba Felipe: dos alas desflecadas que cernían en su mejilla desafiando a la brisa. Salía de la casa y todos corríamos huyendo de la furia de su muleta. Gritaba. Con el ataque venía el dolor y aullaba encadenando nombres y lamentos, arañando con fuerza la cara queriendo arrancar la prueba de su desdicha: la maldición del guirre. Se cumplió su destino. Cayó al pozo del agua. Quebró la pierna, y la razón, adherida al cieno que le vidrió los ojos, quedó en el fondo. Lágrimas y mocos, espumarajos de ira contra todo hasta rendirlo en su guarida, babeando vituperios en la almohada. El miedo lo empujaba, y como un espantapájaros animado, corría huyendo de la sombras para amparar su llanto en ellas. Avanzaba dando bandazos, mirando atrás, siempre alerta, evitando las emboscadas